jueves, 15 de agosto de 2013
El delta y Miguel Gaya
1) ¿Cuál fue tu primer contacto con el delta?
No lo recuerdo, pero siempre me ha quedado una cierta idea de estupor, de mirar un paisaje demente a mitad de camino entre la disolución y el barro. Eso y la idea de Sarmiento oculto en los riachos, entre casas que se caían lentamente al agua, son las dos impresiones más tempranas.
2) ¿Qué vínculo tenés actualmente con la isla?
Ninguno, apenas sujeto a que me invite el buen Javier Cófreces a su refugio a comer un asado o algún otro pretexto para beber vino con mucha lentitud y amistad.
3)¿Cómo aparece el delta en tu literatura?
De una manera también sorprendente y sin demasiada explicación. Como te dije, el delta no es mi paisaje en términos biográficos. Es cierto que siempre me pareció muy poderoso, pero el modo en que aparece en la escritura y termina configurando el libro sigue estando lleno de misterio. Me parece que su imaginería, la temible fuerza de sus imágenes se han impuesto en mí sin ninguna deliberación. Así que mi libro no es un homenaje a un paisaje determinado, sino apenas (como no podía ser de otro modo) un mero dejarse llevar por resonancias un poco oscuras y otro poco inventadas.
4) ¿Que autores te parecen indispensables para acercarse a las islas?
Javier Cófreces y Alberto Muñoz, claro. Son los zapadores del delta. Pero gran parte de su obra temática fue desarrollada en forma posterior a Siluetas ..., así que mi contacto con las islas no fue literario, por más que el delta es literatura como pocos paisajes del mundo.
5) ¿Recordás alguna anécdota isleña vinculada a la literatura?
No. Lo único es un cierto malentendido sobre un poema de Siluetas, que se llama "Cementerio en las islas". No solo hay gente que lo ha leído en clave real, sino incluso biográfica y testimonial. Un cementerio que, claro, no existe. O eso creo.
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