martes, 3 de junio de 2014

Almanaque isleño: Junio (Alberto Muñoz y Javier Cófreces)

Cartas deltianas / Horacio Gerpe



Es el mes donde la noche se lleva a sus criaturas hacia un fondo común, y la isla se torna una ciudad de libélulas actuando en el teatro de los cañaverales. Murciélagos en el estaño de los almacenes reclaman la caña quemada y conversan distendidos como ratas. Aguas contaminadas, hospitales de caracoles que expresan la piratería a lo largo de la historia americana. De cualquier modo se puede navegar y pescar en la oscuridad. La luna permite que los botes, fondeados como bolsas de agua caliente, cobijen a los amantes que bogan por el río, hablando de la luna y de los hijos que vendrán como racimos. Los palos de la luz se tornan transparentes, también las anguilas y sus monasterios de barro. Sobre el final del mes, una gran competencia de veleros viene del phalus con sus marineros bronceados que bailan con la caída de la luz, sudando y chillando sobre las bombas de achique.