Ignacio Anzoátegui (1905- 1978). Principales
obras: Romances y jitanjáforas; La rosa y
el rocío, Desventura y ventura del amor; Mitología y víspera de Georgina;
Dulcinea y otros poemas y Poesía para
1973.
Oda
al Paraná
Por aquí pasó la Conquista metiendo ruido
de espadas y corazones,
Cuando los corazones y las espadas eran
de los hombres.
Entonces la gente sabía que Dios estaba
en la selva y en el río
Y que el río y la selva alababan a Dios
desde el Principio.
Entonces los ojos buscaban en el cielo
los ángeles ausentes
Porque la vida servía para la muerte.
Por aquí pasaron los cascos abollados
de los guerreros
Y las plumas deshechas que conocieron
los vientos del Océano.
Y los jirones de los estandartes
Y las picas que destrozaron la maraña
de los combates
Hombres de fiera sangre tiñeron en
sangre roja
Las aguas de este río. Fueron contra la
selva musculosa
Y atropellaron la aventura como quien
ofrece la vida irreparablemente.
Porque la vida servía para la muerte.
Hombres de dura carne que laceraron sus
almas en el sacrificio
Mortal de cada día contra la soledad y
el indio.
Hombres que renunciaron a la vida en la
demanda de una nueva vida
Que era muerte ganada en esperanza de
muerte ilustre y vida verdadera.
Por aquí pasaron los navíos con un
motín de viento en los velámenes,
Quebrando las maderas del oleaje.
Iban descabezando sueños de tristeza
con el vaivén solemne y pensativo
Que trajeron de los amaneceres solos y
de los crepúsculos tendidos.
Navíos sacudidos de olas en la
epilepsia eterna del Atlántico,
Velámenes acariciados por las brisas
con un temblor de pájaros;
Navíos que se perdieron en las
fabulosas rutas de las serpientes,
Velámenes que levantaron su blancura en
la viva acuarela de las agua celeste,
Iban pechando agua del Paraná rotundo,
monstruosamente graves,
Con su carga de ojos implacables.
Iban pidiendo guerra los ojos, guerra
santa
En la tierra de infieles, guerra de
espada y lanza
Donde trocar el filo de la espada en
martirio
Y la gloria del mundo en la palma del
sacrificio.
Pedían muertes de mártires y Dios les
otorgó el milagro de la vida,
Porque así convenía a los designios de la Providencia divina
Pedían gloria de héroes y Dios
precipitó la gloria sobre ellos
Para gloria del mundo y para
espectáculo de los cielos.
Por aquí pasaron los hombres que traían
la violenta decisión dependerse
Y atravesaron leguas de agua y leguas
de malezas cortadas a machete,
Entre la víbora y el indio, que
acechaban el paso venturoso,
Y entre la sed y el hambre y el
derrotado suicidio del abandono.
Hombres que se atrevieron a la
virginidad de la tierra sagrada
Para arañar el oro; hombres que se
jugaron el alma contra las amenazas
De los dioses de América; hombres que
fueron hombres
En la fiera cruzada de los corazones.
Por aquí anduvieron las huestes
aventureras de la patria
Cuando la patria era no más que una
esperanza,
Cuando los galones dorados brillaban
todavía como los saraos virreinales
Y las manos temían ensuciarse con
sangre
Aquí los ojos de los patriotas se
azularon en el fervor de una bandera
Linda como u paisaje de cielo con sus
nubes veleras.
Por aquí pasaron los batallones que
encendieron la curiosidad de una patria
En la llamarada de los penachos y el
escándalo de fiesta de las espadas.
Por aquí se asomaron los caudillos
enredados de muertes y de violencias,
Cuando la tierra latía bajo el galope
duro de las montoneras.
Caudillos que apuraban las hazañas como
si apuraran horrores
Para condenar su alma victoriosamente
con fama de varones.
Caudillos que nacieron para el
entrevero sin salida que fue la guerra gaucha,
De donde sólo se volvía con la cabeza
del enemigo ensartada en la lanza.
Alaridos de vencedores sonaron sobre
las aguas y silencios de muerte
/tironeados de gritos
y una fila de sangre bajaba lentamente
a lavarse en el río.
(Sobre las ondas blandas pasaron dos
arcángeles que iban a unas bodas,
y tus ojos clareaban en mis ojos, y mi
boca se asomaba a tu boca gloriosa.)
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