viernes, 21 de marzo de 2014

Terrible levedad (José Villa)





José Villa (Argentina, 1966)




Poeta, editor, crítico literario y ensayista nacido en Martín Coronado (pcia. de Buenos Aires) Estudió letras en la UBA. Dirigió la revista 18 whiskys, integró la editorial Del Diego y forma parte del consejo de redacción de la revista virtual Atmósfera.




Publicó: Cornucopia, La Trompa de Falopo, Buenos Aires, 1996

8 poemas, Ediciones Del Diego, Buenos Aires, 1998

Poemas Largos, Ediciones 73, Buenos Aires, 2006

Es un campo, Selecciones de Amadeo Mandarino, Buenos Aires, 2006

Camino de vacas. Obra reunida, Gog y Magog, Buenos Aires, 2007





Dejemos el sitio en su lugar,

eso que está ahí es un duraznero,

después de esperar, tiempo y tiempo,

embarcados en una lanchita

frente al temporal, o parte de su toalla

y su cabeza rubia, después, cómo la lancha

trepaba el agua, adormecimiento

entre plomo y plomo y arena remojada




Las nubes y los árboles trepaban

hacia atrás y la lancha trepaba el agua.

Breve estadía en el bote de moebius.

Villa la ñata era el punto, canal no sé

cuanto donde íbamos

Relación entre desperdicios y cosas

Ya en la mañana anterior había visto

yo en la lancha colectiva cejas

rubias enmarañadas, había visto yo

dos calas de agua, cuchillo entrando en el

cuadrante fresco




Y en la levitación de la fiesta, casamiento,

el globo terráqueo, y en ningún punto,

en todos, se estaba




La ida, matorrales, obras en construcción,

canales, criaderos de chanchos, almacenes,

calles de tierra, y yuyales, montes, baldíos,

autos abandonados, topadoras, palas mecánicas,

hombres-sánguches bajo un toldo de naylon

entre árboles secos, una morocha

se baja en un criadero de pollos,

el resto sigue en el camino de hormiga

por donde va el colectivo, curvas, lejanía, cercanía,

del monte, costas de los canales, planchas de

cemento, tirantes de hierro, caños,

hombres, parsimonia de los hombres, enormidad

que los tiene dentro, andamiOs, montañas de tierra

arrancada, obras sin nadie,

-quién hizo todo esto y en cuánto tiempo,

cómo se puede abarcar la extensión, abrir paso

con maquinarias, haciendo desperdicios




El colectivo termina en un zanjón

Lanchas con sus dueños zarpando,

amarrándolas, alrededor, el agua

verdinosa, atravesamos un puente arqueado

y caminamos del otro lado del canal,

entre el asfalto de la calle y la barranca

y los muelles: tom soier, la tana, nahuel,

su novia, pidiéndonos fuego, y hablando

de la casualidad, todo lo obvio, cosas

que ahora el aire nos debe




Casualidad al subir al tren

en barrancas de belgrano

De todo lo obvio, el ruidito

de las piedritas bajo los zapatos




Doblamos y vamos por calle

de tierra hacia el otro canal

Casas, piletas, perros, autos

estacionados, almacén, allí preguntamos

para llegar al embarcadero,

nos responden que los que van

al casamiento siguen derecho,

vamos derecho, llegamos

Una lancha colectiva especial para nosotros,

último viaje, pasan lista, bianchi, bianchi

no viene, desiderio, desiderio abandonó,

respondo




Veo gente desconocida y lindas chicas,

novios, maridos por doquier,

niños, chupetes, muchachos

de pantalones pinzados o jeans

con camisas rayadas,

parados, mirando el continuo splash del agua

Oblicua a mí, parece compenetrada en una

conversación dentro del murmullo

y el ronquido de la lancha,

pero sigue así todo el viaje,

y sigo así en un largo de fotos

Lleva puesto un vestido, no recuerdo

ahora si era claro, tiene color en la piel




La lancha va despacio, veo la isla,

toda esa gente de pie, sentada,

la música, algunos bailando, copas en la mano,

entre los árboles (para nadie comento que

parece una propaganda de gancia),

el esquema de la casa, veo a durán en el muelle,

flaco, y como mirando en general




La pequeña de fulvio me contó

decimonoveno al bajar de la lancha

Nos encontramos, es un mediodía

cerca de una ciudad, sin desayuno,

con un poco de vino frío en la sangre




Nublada

luz entre los árboles y calor soplando

con el torrente del río... manuel, fulvio,

su niña y alguien más reman en canoa

desde la otra costa trayendo una carga de libros

de la casa abandonada del ruso anarquista

... ...,

Ahí vienen, se aproximan, no dicen nada,

se aproximan, y cuando me doy vuelta

están volviendo, la luz en caras que

no dicen nada, suspendidos como en acero




Me gustaría comentarle a bianchi

que el arquitecto del universo mandó

entre las nubes un telegrama cuando la novia

salió a la galería (casa chorizo sobre pilotes,

las crecidas del río...)

Se lo comento a ezequiel,

ezequiel me pregunta si estoy convencido




Del costumbrismo




Es el baile ya en plena noche después

del segundo asado, del asado nocturno,

la miro verla bailar, la miro, vuelvo a mirarla

verla bailar, insisto, la misma cabellera rubia,

mismas cejas, tal vez el mismo vestido

del inicio en la lancha, pero ahora tiene

otros zapatos, me parece...

bajo la sombra negra de los árboles,

la galería de la casa, baila la novia con ella,

y otros bailan, uno de pelo largo

con ella, baíla sola un rato




(quieto y como remando yo

por un resplandor lunar)




Dejar de mirarla no puedo

como sí no lo estuviera haciendo,

y como que la mirada y ella

son el mismo asunto, me la

tendrás que devolver en esto que ahora

digo aunque sea




Los acontecimientos son la gente

Rilke vio a la mariposa salir

del mismo lugar que la rosa

algo confundida,

enlazada en los mismos pensamientos

El árbol que decía algo infinitamente,

o lo estuviera por decir... luces

prendidas en el parque

y carcajadas que chocan,

repelente off en la piel de las mujeres,

hamacas, el brillo

del río, y el río paralelo




En la mesa nocturna la copa de champán

y todos medio alterados

por efecto de la luz recién prendida

en el parque, brochazos

Invitados, por ahí, adentrándose

en la nueva causa de la noche




Ganas de ver brasas

De beber mientras uno las mira

y oye voces discordantes.

Debo ir, no debo girar

la cabeza hacia atrás, me sigue




Trasnoche en la isla,

cuando termina la danza

los muchachos a la orilla,

el resto a dormir como

puede en piezas y galpones,

madera y piso de cocina,

y parte del tiempo




Que la veo danzar

Después la veo cansada de danzar

sentada en la otra punta

de la mesa, hablando con gente,

tomando sevenap




La mañana después de dormir

en una de las piezas de la casa chorizo,

ya es cualquier cosa en el muelle,

invitados que durmieron en las hamacas de la orilla

deambulan, toman mate, hace horas

frente a una difusión entre nubes

plomo y el río color picadillo, horas en el muelle haciendo,

viendo lanchas, ninguna es la que me saca

de aquí, la llovizna que empieza,

empapa, decido partir como sea

Y se cuentan las mismas cosas todo el tiempo,

recordando episodios de la noche,

qué pasó anoche? El asado?




Comentarios sobre la parrilla

y críticas al asador de un charlatán

que picaba como un mosquito

al gigantesco asador, coro

de bromas incoherentes para el mosquito,

todos locos entonando cánticos como

pretendientes




Bruma y llovizna en la mañana

Hacia la ciudad en la noche había

un resplandor

Hacia el paraná el paladar

donde iban lanchas rojas

Diálogo con la luna en mi hamaca

de espectador




No sé cómo fue pero su rostro se levantó

de entre las mantas

y la oscuridad cuando yo pasaba

de una a otra habitación buscando

a los dueños de casa para decirles que no había

"lancha-río-picado, frente-de-tormenta"

Y horas esperando en el muelle:

vagabundeo por el interior, sol lechoso

y almas por la zona abandonada,

modo de salir hacia la costa y de allí

a la ciudad, entonces

la antigua danza me obsequió a manera

de mate la alta flor de la noche

despertando sin causa

humedecida y desde un rincón habiéndome,

el mismo rincón donde las mujeres

suelen hablar al buen Kafka




Cuesta creer... rasgueo de los días...

buscaron sus vetas hasta fijarse

en ésta, su adormilada dicción




Su voz que pregunta: no sabes a qué hora

pasa la lancha... porque tengo que ir a trabajar

Tal cual, yo también trazaba mi

objetivo y disponía el regreso... si

la intemperie tiene un nombre

tiene el nombre de lo que decidas,

el valor de tu peso como la gota de un nivel




Cerca de las doce del mediodía,

no hay lancha, me dice neo (recién casado)

después de llamar a la estación,

de lancha hasta las tres de la tarde no hablar,

demasiado tarde para el retorno de ella,

y ni hablar del mío al trabajo

Neo pasea por la galería averiguando

por celular horarios y combinaciones

imposibles para salir de allí, las luces

se desenfocan hasta dejar brillosa una noche




Entonces subimos con la tormenta

ya sobre nosotros a la lanchita de

mangone (recién casada)

que la conducirá hacia la otra costa




No puedo olvidar aún el merodeo

de los cuerpos en el parque reparando

inquietud y olvido, veo sus reflejos

rubios, vestida de jean, ahora, olvidada

ya de la fiesta, esperando un retorno

al papelito arrugado y azul para envolverse

Me he vuelto cínico

en la espera, me interesan sus cejas opulentas

y su bella figurita desde la casa conversando

con una amiga al borde del muelle,

con una bolsa calvin klein en la mano donde

lleva su vestido y sus zapatos de fiesta,

mientras el agua pasa y los matorrales de

enfrente asoman ojos púrpuras en ésta,

una velada oscuridad




Mangone maneja con pericia,

el volante en su mano es una tuerca que conduce

el eje de un hueco mecánico encrespándose

por el medio del canal entre compases

confluyentes

Es cierto que este pequeño volante

puede obedecer su decisión

subiendo la cortina de agua que cede,

el pequeño volante volanteándose en la lluvia,

hago contrapeso

yendo adelante y ella me hace contrapeso

apoyada en mi espalda y tapándose con una

toallina blanca y verde; me convida

la mitad de su toalla, su mojado cabello

rubio y mis crenchas negras vueltas lacias

con el paso de la velocidad más el torrente

Dínamo en un lugar despierto sondea su espalda

y los frutos de su ser amurallados




Vida en recia tormenta, pero leve

Reímos con neo. Ya la toallina se vuelve

una orquídea sobre la que echamos un terrón

de arcilla. Los latidos de la vida deben ser

como una bolsa llena de esféricas apelaciones




El viento se traga mi garganta

en el olor acuático y la cara helada

vuelta un vidrio, eh, me gustaría fumar

ahora con la cara descubierta hacia el oleaje

Un pendiente, mi ínfima conciencia,

relato de los golpes de la chapa

en el agua en agonía diseccionada

La suerte nos reclama, acollarados,

dos caballos asomando sus crines

en un pastizal




¿Algo más elemental que la lluvia

contra estas casas con sus estilos

para desagotar la inundación?




El auto de neo está en el embarcadero

La bolsa de ella colgada de su antebrazo

haciendo equilibrio habiendo bajado todos,

en el núcleo de la lancha sumando sus cosas,

contándolas, y con agilidad, un paso de sandalia

de taco bajo al borde de la lancha

que se inclina en el colchón del agua

respondiéndole, un paso al frente

por sobre el vidrio y depués en la tierra despareja,

cambiando palabras comunes con mangone

que la mira hacer,

Y un momento todos miramos

cómo hace una cosa, un paso, la bolsa, el

equilibrio con los brazos, hacer y deshacer otra,

salir del agua, quitando sobrecarga

de rojo en un papel




Ya en el auto, cerradas las puertas, el alivio

de escapar a la fría lluvia, ganas de hablar aunque

con la vista fija, quiero decir algo sobre la obra

de la suerte, quiero hablar de la suerte, la mejor,

flor de cardo, y digo que esperé el tren el día

anterior en barrancas de belgrano, sin saber

dónde ir una vez que el tren me dejara en tigre

Allí esperé el tren donde recordé a laura

con la remera de beivis and badhed,

a laura una mañana parecida (sí que es fina fina

le dije tocando la tela), medio nublada y fresca,

esperando el tren un día de cumpleaños mío

que íbamos a festejar a casa de laura crespi

en san isidro, y estaba otra vez allí con una mochila,

cuando se abren las puertas del tren,

y no sé si puede haber mejor color

que rubia hebra




Rubia hebra de mujer alcanzándote un mate

en el momento, él cumpliendo su ronda,

reposición del ser, la tana, esposa de tom soier,

sin escándalo, desde uno de los asientos

me mira alcanzándome

Y así fue que llegué, comenté, por casualidad,

porque tom y la tana me llevaron a la fiesta,

comenté, reclinado contra las nubes

al frente y el ruido parejo del motor del auto

cruzando baches y lomas pavimentadas




Hasta el cruce de panamericana en auto, saliendo

de yuyos y casas: la masa de lluvia fina rodea

al 60, apresurados bajamos del auto y cruzamos

en diagonal despidiéndonos sin besos

Ella y yo rumbo a capital bajo lluvia ladeada

Ruedas sobre el pavimento

Edificios, fábricas, tramos de cielo cerrado




(La luna empieza a decrecer)




Se reclina ella con su rostro cubierto en parte

por la prolija mata de pelo, las cejas alineadas

cumpliendo la abundancia,

la armonía se quema accidental. Hablamos,

desconocemos, nos apropiamos de lo no trabajado,

dispuestos




Buscaría ensoñadora mi hombro pero no lo sabe

La lógica me ofrece a mí en una cuchara,

la suerte simplifica despejando la maleza,

hace su cuenco e inflama pasión ingrata

(Detenido el sueño nadador ¿qué hace?

Tantea principios)







En la isla quedamos pilar, novia de durán, y yo,

que no se puede mover a causa del tinto,

fulvio y ezequiel en una mesa central,

cruzándonos botellas y bocados, durán y tom

arrojándose un disco de plástico traído a la velada

por tom, el disco juega con nosotros

hasta que el baile se desata y vamos precipitados

hacia ese fuego, gordos con el vino en la cabeza,

mujeres bailando con la novia, el paso desmecanizado,

comedia, del novio Quedamos: vino y cuero




"Entre un vaso de agua y un vaso de vino existe

la misma relación que entre un delantal de tela

y uno de cuero. -Pero entre ellos existen parecidos

de otra clase, igual de profundos: la cuadra

y la curtiduría no distan mucho de la bodega.-

Sin duda se debe al tanino que el vino y el cuero

estén así de unidos"




Larvas, pulgas, perros, barro, huella, parrilla, vulvas

en bikini, vacías botellas, hielo en el tambor,

manuel atragantado, reclinada en el asiento del colectivo

cree prestar atención, palabras en el acto de despegar

mi nombre y mi ser del sentido figurado que se ve

en !a ruta, vuelto mi rostro hacia su cabeza

reclinada en el fondo, tratando de repetir mi voz

el bizantino vidrio sobre los colores divergentes de la fiesta,

por la noche en' el muelle reclinado sobre el ala de una carpa negra,

viscosa, la marea de moho se junta y adhiere,

recuerdo los ojos colorados de tom al salir del agua




Camino de vacas, pienso

Acostado en uno de los banquichuelos del muelle,

durán y pilar en la escalera hacia la luz

que aparecerá de la lancha desde la ciudad

(el lado del canal donde se ve aureolado)

trayendo la carne para el asado nocturno

Los ojos se agrandan en algo merodeador,

tal cual la naturaleza con sus lanchas

entradas en el proceso sin sol




El cambio está y el valor de la noche se desprende:

una morocha toma hebras de tabaco y riega

con sus dedos el papel y después de sellarlo

con su lengua te ofrece el cigarro

Desde la lancha que vuelve con el asado,

desde la ciudad se ven señales de linterna

El colectivo corta la lluvia por panamericana

Ella dice que va a dormir un poco

(Yo voy a pensar)

en el escuro lenguaje de las sensaciones

Los pasajeros duermen reclinados

o piensan

en el oscuro lenguaje de las sensaciones




Veo las cosas pasar hacia atrás

Hablamos de Oé, tamisaki, ishiguro,

del trabajo, suyo, su común indagar,

el trabajo de darse a conocer

tildado en la butaca, descendiendo al movimiento

Hablamos sin esperar Lo esperamos

Todavía molidos por la corrosión de la luz,

que lo que tenga que brillar brille más




Sosiego que el alcohol nos da,

corte de árboles nocturnos, rayas

de agua orientando el movimiento,

neblina alrededor de la isla




Sucesos orilleros, por neo:

"Grandes y rígidas las hojas de las magnolias gotean

el rocío y remojan la arcilla" "El agua espera para

luego percudirse y arremolinarse entre

las hélices de los motores" "Nada brilla en el río

salvo la punta del cigarro de Nicollno,

la niebla tapa estrellas y agua (...) un muelle

que tiene un techito a dos aguas y del techito pende

un farol, parece un escritorio con una lámpara

en cuarto oscuro" "¡Ah! cómo se ponía el finado

Evaristo cuando le escondían la armónica.

Un día los amenazó con una cuchilla"




Uno de los puentes que cruzarnos es puente saavedra,

el cielo de garganta abierta

Bajamos y corremos Su cabello amarillo un poco

quema Gotas aisladas en e! trayecto que corremos

haciendo trasbordo en otro colectivo, el 68

El olvido golpea y entra a una casa con fogón

donde miramos imprimiendo una llama incolora




Hacemos correr el tiempo de la ventanilla

Debo ir: cabildo-santa fe-la rioja-santa fe,

digo eso, me alimento de ese revuelto en una ciudad

Antes de bajar, te cambias otra vez?

Qué? -Ah, los zapatos, casi la 1.30

sobre pueyrredón Shopping palermo (o el trabajo)

y sumarme a un banquito en la enfermedad

de la espera

El banquito de mi casa también, la enfermedad




El cielo sobre el agua del tigre medio

marrón y verde Copas, árboles que entornaban

la puerta cargándose de aire

Y dentro de la oscuridad, lo ridículo de la luz,

aglomerado ante semejante espectáculo,

los hombres cumplen con sus sueños, es así

Los relieves morosos, árboles, muelles, astilleros

y gente en el río derivando, y chimeneas

que fueron anaranjadas

como puestas en la quebrada línea




Lluvia Sobre techo de cinc, de tronco ubicuo

parece un río de verdad La cruz, las gotas rápidas y delgadas

en infusión, deteriorado ardiente: chatarrita, abrojo

Vamos que hay mucho viento

y la caída de un proyectil, vamos,

vámonos vámonos




Esperar como si no fuera suficiente,

crimen o verdad en silencio, rotura

de la piel, frente a las hojas apagadas

que el duraznero tiende, disparón

en la cabeza despierta, con iluminaciones

innecesarias, ya












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