Horacio Gerpe |
Las orillas son paradógicas y la tierra se mueve perentoriamente.
El agua leída en la margen del río es el falso telón de los hijos de Cortés.
Un doble fondo en los limoneros deja liberada a la víctima y el perdido fantasma Azteca que ha llegado flotando es olfateado por los perros del monte.
Así es mayo, un desenterrador desaforado.
El isleño busca con su pala lombrices para la pesca y desentierra de las zanjas el cuerpo de un tractor histórico.
Oxido para encarnar: bogas de zinc, pejerreyes remachados, dorados enchapados.
Hay un trato con las tortugas de agua para que canten en los fondos del rio, la épica de su navegación. Mayo no es el Caribe sino el menoscabo de las algas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario